Organizar un evento puede ser tremendamente laborioso (¡que nos lo digan a nosotros!), y además de tener que controlar cualquier cuestión organizativa, es muy importante proteger lo que se diga de puertas para afuera.
Para muchos profesionales de los eventos la ‘Regla Chatham House’ supone un gran alivio para evitar que el resultado de cualquier acto se convierta en una pesadilla. En un mundo en el que predominan las declaraciones “picantes”, interpelaciones punzantes y algún que otro improperio, esta regla tan británica nos ayuda a organizar eventos originales donde se puede desvelar lo que se ha dicho, pero no quien lo ha dicho.
Esta regla, creada a principios del siglo pasado por el Real Instituto de Asuntos Internacionales británico (más conocido como Chatham House), es una y sencilla:
“En una reunión o parte de ella, los participantes son libres de utilizar la información recibida, pero no puede revelarse ni su identidad ni la afiliación de los ponentes ni de ningún otro que participe”.
Y puede ser empleada en cualquier tipo de evento: en debates, seminarios, coloquios, incluso en sesiones formativas. El propósito de esta regla pasa por garantizar el discurso libre, franco y permite tratar cuestiones espinosas (o no) sin miedo a que cualquier declaración sea atribuida a alguna persona en las redes sociales, medios de comunicación o en cualquier mentidero.
Es, en definitiva, un claro incentivo hacia la discusión abierta. Y es muy fácil de aplicar, siempre y cuando se les informe previamente a los asistentes y participantes de que el evento se regirá bajo esta regla centenaria.